James Rodríguez no estará mañana en Balaídos, donde el Real Madrid se juega otra final por alcanzar el título de la liga profesional de fútbol en España. El colombiano recibió un golpe en el pie derecho que no le permitió trabajar con sus compañeros, se quedó en el interior de las instalaciones. Eso es noticia de hoy, pero nosotros nos ocuparemos de lo acontecido el pasado domingo, ese día jugó en el templo blanco, como en muchas tardes y noches de su primera temporada salió aplaudido por el respetable.

El domingo no fue un día cualquiera para el 10 del Real Madrid, su salida del terreno de juego con gestos de despedida hacia la afición madridista del estadio Santiago Bernabéu, confirman lo que algunos hinchas, periodistas y hasta dirigentes deportivos deseaban para el joven desde Colombia, que abriese la puerta para escuchar ofertas de otros equipos de Europa que le prometieran titularidad.

Todo apunta que esas conversaciones son una realidad, que el propio jugador dio el visto bueno, pero amigos lectores del Cotilleo, James Rodríguez, está triste muy triste.

Esta redactora tiene información que el jugador colombiano tiene una impotencia absoluta ante su situación en el Madrid, James no se siente derrotado, le duele que pese a su esfuerzo, su rendimiento, su calidad indiscutible, el técnico no le haya dado una oportunidad real como si la han tenido las grandes estrellas del equipo que en muchas ocasiones salen discutidas del estadio y reciben el apoyo incondicional del francés. El segundo año lleno de altibajos y desobediencias les pasaron una factura muy cara que aún está pagando. Su relación con Zizu es cordial pero no la mejor y James amigos, esta triste, muy triste. Hasta alguna lágrima de rabia ha caído por sus mejillas, el que es un madridista de corazón ve cada día que pasa como el sueño se desvanece. Y le duele, le duele mucho, le duelen los días como cuando de regreso a su casa y sin ser titular, se ponía a entrenar para estar a tope, le duelen algunas mentiras que se dijeron de sus salidas que no eran tantas como las de otros, le duele que en Madrid su familia está a gusto y feliz, le duele tener que irse, le duele y mucho porque en esta capital tocó el cielo con las manos…